La autoridad competente advierte a la población que andan sueltos unos cuantos jóvenes cimarrones, matreros, errantes, vagos y mal entretenidos, que son portadores del peligroso virus que contagia la peste de la desobediencia.
Afortunadamente para la salud pública, no es difícil identificar a estos sujetos, que manifiestan una escandalosa tendencia a pensar en voz alta, a soñar en colores y a violar las normas de resignación colectiva que constituyen la esencia de la convivencia democrática.
Ellos se caracterizan por carecer del certificado de vejez obligatoria, pese a que, como es notorio, este documento se proporciona gratuitamente en cualquier esquina de la ciudad o palenque del campo, en cumplimiento de la campaña «Mente anciana en cuerpo sano», que nuestro país realiza con éxito desde hace ya muchos años.
Ratificando el principio de autoridad, y haciendo caso omiso de las provocaciones de esta minoría de alborotadores, el Superior Gobierno deja constancia, una vez más, de su irrevocable decisión de continuar velando por el desarrollo de los jóvenes, que son el principal producto de exportación del país y constituyen la base del equilibrio de nuestra balanza comercial y de pagos.
Eduardo Galeano
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